Muchos legisladores y expertos financieros no conocen de primera mano cómo funciona el proceso de licitaciones en Puerto Rico. En la actualidad, Puerto Rico utiliza un sistema en el que los contractos gubernamentales son otorgados a la compañía que ofrece la solución de costo menor, con poca o ninguna evaluación del conocimiento o la capacidad de ese licitador para completar el trabajo. Además, las licitaciones comúnmente se someten sin estandarización de precio, lo que significa que algunos licitadores incluyen costos y cargos suplementarios y otros no. Esto provoca que utilicen su astucia para asegurar que la licitación parezca ser la más baja. Finalmente, al tomar atajos para que el trabajo sea rentable, los licitadores que ganan la subasta a menudo completan los proyectos de manera descuidada. En última instancia, es un desperdicio del dinero de los contribuyentes. (Ver Apéndice A para más detalles de cómo funciona el proceso de licitación en Puerto Rico).
Afortunadamente, hay muchas opciones para mejorar el sistema de licitación de la isla. Hemos examinado los sistemas de licitación de Australia, Canadá, el estado de Washington en los Estados Unidos, Nueva Zelandia y el gobierno federal de los Estados Unidos. Hemos concluido que los sistemas de Nueva Zelandia y el gobierno federal de Estados Unidos ofrecen los modelos más prometedores para servir de guía a Puerto Rico.
Tanto los gobiernos de los Estados Unidos y Nueva Zelandia cambiaron de un enfoque similar al de Puerto Rico a estrategias más efectivas durante crisis similares a la que enfrenta Puerto Rico. Nueva Zelandia utiliza un enfoque estratégico de adquisiciones (NZSP, por sus siglas en inglés), que se basa en el costo total de propiedad de su tecnología. Estados Unidos utiliza un sistema similar llamado adquisiciones basadas en desempeño (PBA, por sus siglas en inglés). El PBA pretende crear “más valor, un desempeño mejor, menos riesgo y una variedad de soluciones para escoger” de acuerdo con el manual Siete pasos para adquisiciones basadas en desempeño del gobierno de los Estados Unidos.
Ambos modelos, similares entre sí, están bien desarrollados y han resistido las pruebas del tiempo. Tienen muchos puntos en común: ambos enfatizan el obtener el mayor valor por cada dólar invertido. Comparten el compromiso de vincular la adquisición con las metas centrales de la agencia, satisfaciendo necesidades y resolviendo problemas. Requieren un equipo amplio para establecer las necesidades y los problemas que impulsan la adquisición. Invitan a los competidores temprano en el proceso y abiertamente, para ayudar a establecer los criterios de evaluación y proveer acceso a todos a la información y personal requeridos y relevantes. Para la selección, ambos evalúan el valor total utilizando una matriz que ayuda a los oficiales de compras a encontrar el mejor valor al costo más bajo. Finalmente y muy importante, ambos abogan por un cambio en la relación con los proveedores de una adversativa a una colaborativa y de apoyo. Esto incluye mantener la relación y evaluar el desempeño juntos luego de la adquisición. Aunque puede parecer contraproducente cambiar de un enfoque basado en el precio más bajo a uno basado en el mayor valor por dólar cuando el dinero es escaso, ambas naciones han probado que hace sentido a largo plazo y a menudo produce soluciones menos.
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